8 abr 2013

Ven para o blogue e gaña...

Dentro da modalidade ti escribes?, a primeira publicación do concurso: un texto de Daniel Torres, alumno de 2º de Bacharelato. Lembrade que podedes participar na selección dos mellores traballos a través dos comentarios das entradas. Consultade as bases do concurso para saber o que tendes que facer.

Queso, de Daniel Torres
–¿Conocen esa festividad en la que se tira un queso colina abajo y medio pueblo se lanza tras él? Pues digamos que esa colina es mi vida, el imbécil que va rodando a trompicones soy yo, y el queso es… el maldito queso… Este es el problema. ¡Que no sé qué queso persigo!

–¡Oh, qué insensato! –dicen–. ¿Cómo puede vivir una vida sin objetivos, sin un fin concreto, sin nada que le haga seguir adelante en sus momentos de flaqueza?
–Veamos, para esto ya están las mujeres, ¿no? Pero no se confundan conmigo. Si considerara a las mujeres mi brújula vital, cada palabra que en este mismo momento estoy diciendo, carecería de sentido ¿Me comprenden? Mi queso tiene que ser algo mejor, algo más perfecto, puro, único. Algo más complejo que una bocanada de placer. Un tesoro deseado por todos, y que sólo yo sea capaz de poseer.
–Disculpe, ¿y qué opina de la sabiduría? ¿No la considera importante? ¿Ha probado usted a alcanzarla? –dijo con una voz firme y profunda un hombre de ancha espalda y barba de la última fila.
–Yo creo que la sabiduría es como el Sol: necesaria para vivir, pero no tiene que estar siempre a la vista. Sin embargo, lo más importante y curioso es que… ¿ha probado usted a alcanzar el Sol con los dedos? ¿Lo ha conseguido? Así es la sabiduría, un sol. Gracias por la pregunta.
Durante un largo periodo de mi vida pensé que mi quesito era la tierra sobre la que caminaba, el mundo con el que giraba; así que no más acompañado que con mi cámara y un poco de calderilla, me di un par de vueltas a la Tierra. ¿Sabían ustedes que en Bulgaria niegan moviendo la cabeza verticalmente, y afirman moviéndola horizontalmente? –La gente mueve la cabeza de lado a lado–. Poder admirar con perspectiva la diversidad de culturas y ambientes sociales de norte a sur y de este a oeste, hizo que me diera cuenta de lo gangrenado que se encontraba nuestro país. Vivíamos en una sociedad agotada, rodeada de un sistema corrompido que miraba con ojos acusadores y que paralizaba a un pueblo desconcertado, que reivindicaba dando palos de ciego. La Señora Justicia había salido por la puerta de atrás, miope, coja, y con un sobre en el bolsillo. Por fortuna, actualmente esto ya no es así –risas entre el público.
Todo lo que veía, disfrutaba y/o fotografiaba lo comparaba con mi país. Por desgracia, pocas veces la patria prevalecía ante lo extranjero, lo cual me ponía furioso. No tardé en darme cuenta de que si cuanto más mundo veía, más rabioso estaba, mi gran queso no podía ser este pequeño mundo.
Al fondo, de la oscuridad de la esquina derecha de la sala surge un hombre. Su hábito permanece anclado a la esquina, pasando desapercibido, como una tela de araña. Únicamente se le distingue la cara, una cara amiga pero que permanece inmóvil, estática… Sin alterarse, todo lo ve y todo lo controla. De pronto, dejando ver sus extremadamente largos brazos, en un susurro dice algo que pocos escuchan:
–¿Y Dios?
La sala se queda en silencio, esperando una respuesta. El hombre de la tarima frunce el ceño y mantiene una inquietante mirada perdida en el infinito. Éste, después de una breve reflexión interior, rompe a reír a carcajadas.
–Todos necesitamos algo en lo que creer. Unos creen en Dios, algunos en sus madres, otros en Billy Wilder… Todos deberíamos creer en nosotros mismos. Si condicionamos nuestras actuaciones a un ser extramental, ¿acaso nuestra voluntad es plenamente libre? No digo que no debamos poseer un modelo de actuación, una conciencia juez. ¿¡Pero un Dios!? Debería establecerse una edad para decirles a los niños la verdad, como con los Reyes Magos. Poca diferencia hay entre el uno y los otros.
Recapitulando, en la historia de la vida, ¿ha hecho la religión más bien que mal? Dejo la respuesta en manos de vuestro propio juicio. Y digo del vuestro. No del suyo.
En la susodicha esquina no queda más rastro que polvo. Señoras afirmaron posteriormente haber visto en aquel momento huír de sala a un cuervo que nadie sabía de dónde salió.
Por petición del hablante se procede a un descanso de un cuarto de hora, previo al final de la charla.
–Por azar o por suerte, nos tocó vivir una vida que es una colina. No una llanura. Y colina abajo, las cosas se hacen escurridizas, huidizas, y tremendamente deseables.
En estos quince minutos espero que hayan reflexionado tranquilamente sobre mi alegoría del Cooper’s Hill Cheese-Rolling and Wake y hayan sacado sus propias conclusiones, como cuál es el queso que persiguen. Yo llevo pensándolo toda mi vida. ¿Quieren saber a qué conclusión he llegado? Es imposible que persigamos un queso. ¿Saben por qué? Porque nosotros somos el queso. Somos un ser tambaleante, pero imperturbable, que gira y gira; nunca nos pueden parar, pero siempre hay distintos sujetos que nos quieren atrapar: esos malditos imbéciles que corren tras nosotros. Unas veces nos perseguirá Dios, otras las mujeres, el saber… Pero nosotros, resbaladizos hasta el mismísimo tuétano, nos las arreglamos para no caer en sus manos. ¿Hacemos bien obrando así? No puedo saberlo. Como habéis podido comprobar, no me he dejado coger por nadie.
Que cada uno elija su forma de ver el descenso. Yo así he vivido, y así seguiré viviendo...: siendo rozado por diferentes manos, pero siempre libre. Hasta que llegue al final de la colina.
Aplausos.

1 comentario: