20 may 2013

Ven para o blogue...

Na modalidade ti escribes, un texto de Cristina Pérez, alumna de 3º de ESO.

Caminos, Cristina Pérez
Una foto. Una dedicatoria en ella. Miles de recuerdos vienen a mi cabeza. Pero ya nada es como era. Toda la gente que conocí, muchos se han ido; otros, simplemente siguen ahí, pero con los años han preferido borrar todas esas memorias. Yo, aquí sigo, recordando absolutamente todo, lo bueno y lo malo, viviendo en este llamado presente pero pensando en el futuro. Dicen que solo hay que vivir en el presente, pero mi mente no quiere aceptarlo. Pasado y futuro. Nada más. Solo recuerdos e imaginaciones. Dos palabras tan contrapuestas, pero mejores que lo hay que vivir.
Parece que ahora sale el sol, pero... ¿Qué más da? El mal tiempo volverá, igual que los malos momentos resurgirán sin piedad a atormentarnos sin ningún límite de tiempo.
Se escucha un ruído que me aleja de mis cavilaciones. Me han pasado una nota por debajo de la puerta. La abro, pero no hay nadie. La cojo; con una letra muy fina se ve escrito: "A lo malo siempre lo siguen cosas buenas, igual que después de la tormenta saldrá el sol".
Buena frase, pero esa deducción no cambiará nada. Cada uno tiene su destino, cada uno tendrá varios caminos, en el que, antes o después, acabará separándonos.
"¿En qué piensas? Deja ya de pensar y sal un poco" Eso es lo que dice una pequeña parte de mí. Por una vez haré caso. Cojo una chaqueta y me voy. Por la calle veo a un anciano dando de comer a las palomas, niños saltando a la cuerda, parejas abrazadas, conductores discutiendo entre ellos... Y yo aquí, viendo y escuchando todo, pero alejada de la realidad, como si mi ser no pudiese intervenir en todas estas escenas.
Sigo andando y llego al puerto. Hay mucha tranquilidad por aquí. Me equivocaba: de repente oigo un grito. Es una mujer. Me doy la vuelta y oigo que dice que su hija ha caído al agua. La veo, y por una vez, me tiro al agua sin pensarlo dos veces. La cojo y la llevo hasta arriba. La miro y veo que es una muñeca. Estoy confusa. La mujer viene y me da las gracias. Me quedo de piedra sin saber qué decir. Un chico me ve y se acerca a mí. Me cuenta que a esa señora la hija se le había muerto, pero no pudo soportar esa perdida y su cabeza no anda demasiado bien. No quiere aceptar la realidad y para ella esa muñeca sigue siendo su niña. Dicho esto, el chico se va.
Increíble lo que me acaba de pasar. Me quedo durante horas sentada en un banco.
Empieza a anochecer, pero yo sigo pensando en cómo la mentira puede llegar a aliviar algunas vidas. ¿Y si yo hago lo mismo? ¿Por qué no mentirme, decir que la vida es bonita y pensar solo en alegrías? Imposible, soy demasiado realista para engañarme así.
Empiezo a andar. Veo que la acera está escrita, cosa en la que otra persona ni siquiera se habría fijado.  En ella dice: "Vive en tu propia ciudad oscura, para no poder ver la amargura, arriésgate y no te niegues a conocer"
Menuda frase. Me ha dominado la mente, ahora está grabada y no para de repetirse.
Nunca imaginé pensar esto, pero si todo el mundo ha seguido su camino, no seré menos.
Siempre quise conocer mundo y no voy a negarme ahora. Hay que aprovechar los años más jóvenes y mi gran jugada en esta partida de la vida empieza aquí.

Al día siguiente, la chica había abandonado el piso y se había ido con una simple mochila. No volvieron a saber de ella aquí. Pero todas sus pisadas dejaron una mínima marca de su paso por cada rincón y consigo su existencia en el mundo.

2 comentarios:

  1. Lara Pastoriza Salgado 3ºA20 may 2013, 20:31:00

    Cris, tienes madera de escritora.

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  2. Sofía Vecino 3°B24 may 2013, 8:34:00

    Me ha encantado, te expresas muy bien Cristina!

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