13 jun 2013

Ven para o blogue e gaña

Dentro da modalidade ti escribes?, un relato de Paula Matínez, alumna de 3º de ESO.

Carpe Diem, Paula Marínez
Camino por la calle, suena el móvil, lo cojo, automáticamente comienzan a resbalar lágrimas por mi cara, no doy crédito, la gente me mira, en el lugar sólo se oye mi llanto, salgo corriendo, voy hacia la playa, necesito pensar. Cuando llego allí me doy cuenta de que un chico me había seguido, me pregunta si estoy bien, le digo que no, que ya no merece la pena vivir, me siento como una inútil; él intenta consolarme, pero es en vano, lo que acaba de ocurrir cambiaría mi vida, no quería contárselo a nadie, pero, ¿qué más da? Se lo conté:

-Mi madre ha muerto por mi culpa ayer…, me fui de casa hace unos días… mi madre me dijo que no la dejara sola, ya que hace poco murió mi padre por un cáncer, ella estuvo a punto de morir de la depresión que cogió, yo la ayudé para que no se sintiera mal, pero ahora me fui, volvió a la depresión, yo pensé que me lo decía para que volviera, no le hice caso, se sentía tan sola que solo pensó en… el suicidio. Yo solo quería vivir mi vida, pero soy tonta, no debí de haberme ido, no, ahora ya no me queda nada, y, ¿para qué vivir? –Me levanté, pero él me cogió del brazo, me senté en su regazo-
-Quizás, mejor así, ella no era feliz… y ahora tú tienes que vivir por ella, carpe diem, piénsalo, yo tampoco tengo a nadie, y aquí sigo, conociendo mundo, por mis padres y mi hermano, que murieron cuando yo era pequeño en un accidente de coche. Y si… -enmudeció-
-Oh… lo siento… pero, entonces me entenderás, ¿tú no tenías ganas de morirte? –Pregunté mientras el miraba el horizonte-
-Sí, pero la solución no es esa, te darás cuenta con el tiempo, de verdad…
-No sé… una cosa, antes, ¿me querías decir algo?
-Sinceramente, no me parece adecuado para el momento…
-Dime, nada puede empeorar.
-No, nada.
Se levantó y se fue corriendo, fui detrás, no lograba alcanzado, finalmente, se paró en un portal, ¿viviría allí? Me limité a entrar con él, me miró, estaba llorando, como yo. Pasaba el tiempo, seguíamos sin dirigirnos palabra, me estaba picando la curiosidad por este chico, no sé cuánto tiempo pasaría, horas quizás, cuando decidí levantarme, fui hacia la puerta, entonces, él se levanto y me dio sus llaves, me susurró al oído “Ven mañana, por favor”, cogí las llaves y me fui sin decir adiós.
No podía ir a casa, me iba a deprimir, pensé en lo que me había dicho el chico, que a todo esto, aún no sabía cómo se llamaba. La vida está para vivirla, tenía razón, sin pensarlo más volví a su casa. Entré, no había nadie, qué raro, me tumbé en la cama, pasó un rato, él no venía, cuando me di cuenta, me había quedado dormida. Me levanté y lo vi en el sofá durmiendo. Joba, me podía haber despertado, parece más bueno… Esperé a que se levantase, le sorprendí con un desayuno, se sintió muy agradecido, me dijo que no hacía falta, pero era lo mínimo que podía hacer por él, cuando acabó le dije:
-Sabes, eres el único que se ha preocupado por mí y aún no sé tu nombre -dije, con una pequeña sonrisa en la cara­-
-Oh, perdona, seré despistado… me llamo Pablo, ¿y tú?
-¡Que nombre más bonito! Yo soy Natalia.
-¿Te puedo llamar Nati? Me encanta.
-Por supuesto.
Nos quedamos todo el día hablando, que chico más interesante, me encanta, creo que… siento algo por él. Llegada la noche, me dijo si me quedaba a dormir, le dije que vale, como el otro día dijo:
-Y si… -enmudeció de nuevo-
-Dime.
-No sé cómo decirlo…
-Inténtalo, ¿o empiezo yo?
-Empieza.
-Los dos a la vez.
-3, 2, 1…
-¿Y si lo intentamos? -dijimos-
Nos miramos, y si pensarlo más, nos dimos un beso entre risas, el resto del mundo se esfumó.

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